jueves, 30 de mayo de 2013

Sabores y verduras

Húmedo, cielo gris, después negro, después agua. Mucha agua cayendo, baldes de agua cayendo.
Yo con mi paraguas que apenas alcanza frente al camino infinito a casa. Ya no corro, camino lento, húmedo y gris.
Abro la puerta empujándola con todo el cuerpo y mi figura se impregna en el enchapado símil madera. Paraguas al paragüero, ropa al piso.
Espero a que llegue finalmente la noche que se diferencia del día solo por el noticiero de las nueve. Una alacena vacía, una heladera con una jarra de agua. Solo, el paraguas, el agua y la olla.
(sabor: insípido)

Cebolla:
Del griego xebollum xe circulo y bollum triste por su olor que produce llanto o del árabe cebjolia ceb blanco y jolia capas por su color y constitución o del sajón antiguo heboli heb buen y oli acompañante por su facilidad de uso en multiples platos es una verdura.

Pablo Lapidus

lunes, 27 de mayo de 2013

Sensaciones / sabores


Por Gabi

La cara roja. Un calor del infierno que se precipita. Una sudoración de los laterales, las fosas nasales que se dilatan y se contraen. Los labios temblorosos trastabillan al querer enunciar y deciden seguir mascullando sílabas incomprensibles. El rictus tenso, los ojos agrandados, los oídos que explotan y ahora el adormecimiento, las mejillas que hormiguean, como cacheteadas un millón de veces, en reprimenda por el aprendizaje tardío de lo que no se debe hacer


( p i c a n t e )



Se acercó a mi suave, expectante. Sus manos rozan mi contorno. Cada caricia es energía vibrante, que transforma la sangre quieta en ebullición. Las fosas nasales se dilatan y contraen. Un calor que se precipita a zonas impensadas. Una sudoración dulce. Los labios temblorosos. El rictus que se tensa hasta que el cuerpo explota, y luego el adormecimiento, el reposo obligado. Un hormigueo lento, el despertar de los sentidos.


( p i c a n t e en relato )

Viaje a un lugar desconocido

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LEJANO ESTE

Una lluvia ligera, una harina dulce, caía suave sobre los puestos de un atardecer violeta. El bullicio ensordecedor eran truenos sincopados que rebotaban en los toldos, en la gente, en los autos que pasaban en desfile interminable, corso alegre de gestos fugaces. Nadia caminó entre multitudes aletargadas por el sol oscuro, y pensó que era un buen momento para pedir referencias para llegar a donde la esperaban. Se acercó a un puestero amable, de huesos prominentes y lengua suelta. ¿Usted quiere saber dónde tomar la gambúa del este?, dijo el vendedor. Tiene que doblar a la derecha hasta que encuentre el mercado de Daktir, después doble a la izquierda y siga hasta que se encuentre con la oficina de correos. Ahí, doble dos veces a la derecha, hasta que vea el restaurant de Marcio, en la calle de los edificios de piedra verdolaga. No se puede perder. Mientras vea las luces en la calle Ajtar llega seguro. Nadia se preguntó y le preguntó si una chica como ella podía caminar tranquila, ahora que ya caía una noche aterciopelada, pegajosa. No señorita, no se preocupe, le respondió el vendedor. Aquí es siempre tranquilo, la gente va y viene, va a ver que hay gente de todo el mundo. Si, del Busaravia también eh! ¿No quiere un tuninsin para llevarse? Son los mejores del mundo, no se los puede perder, de otro planeta. Lleva dos, bien, bien. Con qué quiere? Nadia ya no estaba segura de qué quería. El olor a ocre no la dejaba pensar. Y él le dijo que probara con el betsium, que es lo mejor. Después siguió con son cuarenta y cinco drakes y con un gracias, dios la bendiga. Cuando Nadia pensó que ya estaba para salir, el vendedor prosiguió y le aseguró que tenía que seguir derecho, que no se puede perder. Cuando llegue a los edificios verdolaga tiene que seguir dos cuadras por la calle de tierra cerúlea, ahí dobla a la derecha, donde Choiu, el de los pardirum. Y toma cuesta arriba tres o cuatro cuadras, ahora no recuerdo bien. Se va a dar cuenta porque hay un local de flores de dombeya. El señor le indicó a una mujer. ¿Ve esa de rojo? Va para donde usted. Sonrió complacido cuando Nadia le agradeció, mordiendo el segundo tuninsin. Ah, si, muy bueno, no? Rico, rico. Vuelva pronto, y no le compre a la competencia, eh, sólo a mi, Urni. Pregunte por Urni. No se puede perder, es muy sencillo. Porque como dicen, todos los caminos conducen a Bertaj. El boleto lo compra ahí mismo. No se preocupe, acá todo el mundo es amable. Disfrute el paseo señorita. Vuelva pronto, Urni es mi nombre. Dios la bendiga, Dios la bendiga.

Por Gabi

Galera encantada. Con frases escuchadas.

LA RAÍZ

La última vez regresé en ómnibus. Fue un viaje áspero, como son esos trayectos a pelo de caballo, espinosos y malolientes. No tenía sentido el cansancio, sentimiento absurdo que lo alejaba del momento, lo desconectaba de su raíz, del viaje áspero como de pelo de caballo. Ese tenaz amarreteo del aire lo ponía loco, como si el polvo consumiera todo el oxígeno, el viento caliente en la cara –implacable– del zonda.
El cuerpo se tensa y se distiende, a espasmos regulares, lo que hace aún más difícil algo tan simple como respirar. Es el viejo compañero, ese dolor sordo en los pulmones, que lo sigue a sol y sombra, sin descanso. Terror a crecer, eso es lo que le dijo el doctor tantos años atrás, como si por decirlo mágicamente se arreglara, desapareciera, quedase oculto en un rincón. Sentía el odio de los asientos, en esas sacudidas de zamba, un odio cada vez mas acrecentado por el camino de piedra. Aunque no es del todo cierto, pensó Juan de la frase del doctor. No podía echar la culpa a unas pocas palabras. Pero vuelvo al ómnibus, al presente, a lo áspero, irrespirable de esta cachila destartalada, pensó en su cabeza, a reencontrarme con el dolor sordo en el pecho, estoy llegando, tan cerca, falta poco, y el corazón que se acelera como lo hace el viejo colectivo.

Por Gabi

La seguridad de las palabras


No buscaba libertad, la buscaba a ella más segura. Porque así no servía, ese encanto de lo fugaz, como la risa –una chispa en noche de luna–, era pasajero, descartable. Encantador, pero descartable.
No quería esperar ese mensaje que le marcaba cuál era el tiempo para verse. Tampoco la frialdad del beso en la mejilla en reuniones con amigos, los ocasionales roces de los dedos y miradas eléctricas pero distantes. Esa rutina lo estaba volviendo loco. No le era posible vivir bajo sus normas, sus reglas siempre ocultas, solapadas: entrelíneas de un texto mayor. No, no quería eso. Algo más, que ahora estaba ausente, una constancia, una tranquilidad, una frase dicha en el momento justo. Eso era lo que necesitaba: la seguridad de que las palabras iban a aparecer, hacerse presentes en esta cena para uno.

Por Gabi

Espacios intermedios


Las calles repiquetean de gente que se desliza sin esfuerzo, y sus pasos marcan el transcurrir de un tiempo sin lluvias, seco de cactus. Casas llanas, de piedra gris, suben hacia el cielo en búsqueda de respuestas a viejas preguntas. Las hay hasta el horizonte, donde se dejan ver con perfil irregular, moles que se agigantan cuando el sol se apaga.
Las paredes tienen pintadas con carteles que se me antojan antiguos, recubiertas por un polvillo fino que inunda la ciudad. Quizás por esto el aire se siente extraño, difícil. Los vehículos circulan lento, al ritmo de la gente. Detrás de las casas pasa tal vez un avión, lo único que interrumpe el zumbido de la ciudad, un murmullo de ecos pasados.
Hay algo de sagrado, algo de paz que se transmite, que trasciende. Serán los puentes. Comunican la ciudad, enclavada en las montañas, pero comienzan mucho antes: puentes apurados por despegarse del suelo, ansiosos por conectar con lo divino, un suspiro o una plegaria quizás, suspendida en el aire.


Por Gabi

Ejercicios de verano - La vuelta manzana


La vuelta manzana


La calle transpiraba del sopor de la tarde, envuelta en luces naranjas. Una vendedora oscura, opaca, fuma afuera del local mientras charla risueña con un hombre calvo. La vidriera hace de pared imaginaria para una multitud de zapatos que se agolpan frente a él, queriendo salir a dar una vuelta. Es en ese momento que un colectivo interrumpido atraviesa el empedrado marciano de la calle musical, mientras una moto gorda llama la atención de una pareja antigua que toma café en la esquina. Distendidos, charlan entre espirales de humo, ignorando a las cafeteras agrietadas que los miran en la vitrina, esperando sean sus dueños. Más atrás, un paredón señorial canta al sol, mientras vitrales callados observan. Enfrente, árboles toman café al lado de la avenida ansiosa.

Por Gabi

Poesía manuscrita

Por Vicky Raimondo:





jueves, 23 de mayo de 2013

El caracol y su rutina circular

Se desliza por el patio guiado por sus ojos antenas, lleva a cuestas nada menos que su casa. Por este motivo, el caracol avanza tan lento y deja a su paso una estela de baba que lo adhiere al piso, como un pegamento que evita que se bambolee de un lado a otro. Estas travesías lo dejan tan extenuado que al llegar a destino no puede hacer otra cosa más que enrollarse hacia adentro y dormir hasta el próximo atardecer. Luego seguir arrastrando consigo el paso del tiempo.
                                                                                                                                               

La reina que llora

Sentada en su trono de piedra, la reina sujeta la copa dorada que contiene las cenizas de su primogénito.
La corona pesa en su cabeza de trenzas que no puede soportar la tristeza. Llora en soledad a la orilla del río, recordando al niño cuya voz no llegará a oír jamás.
                                                                                                                              
                         Vicky R.

domingo, 19 de mayo de 2013

Naturaleza divina

La mano de Dios destierra un árbol y manda al Rey, frotador de de capas a que otros hombres desplantan mas árboles. ¡La orden? El nueve de bastos tiene que ser completado. En el castillo, su hijo Johnny trata de elegir “¿qué copa tomo?” Mientras sus tres hermanas borrachas festejan que ningún caballero, de espadas o copas, llorará la carta llena de troncos caídos.



miércoles, 8 de mayo de 2013

Cut & paste analógico

Consigna: collage con fragmentos de textos literarios (en este caso recortamos a Borges, Cortazar, Baricco...)

El poema de Gabi


Cut & Paste analógico. La versión literaria

Consigna: collage con fragmentos de textos literarios (en este caso recortamos a Borges, Cortazar, Baricco...)

Los poemas de Vicky

Cut & Paste analógico

El poema de Pablo (aun sin collage)
 El bello collage de Gabi (no tengo el texto del que surgió)


Cut & Paste formato analógico 

La culpa de Ine
La versión pictórica de Vicky


Cut & Paste, formato analógico

consigna 1: con fragmentos de revistas y folletos armamos textos nuevos
consigna 2: con el texto visual de un compañero armar una representación gráfica no verbal


"La maestra de Estrellas" de Dani.
La versión de Moller