Por Gabi
La cara roja. Un calor del infierno que
se precipita. Una sudoración de los laterales, las fosas nasales que se dilatan
y se contraen. Los labios temblorosos trastabillan al querer enunciar y deciden
seguir mascullando sílabas incomprensibles. El rictus tenso, los ojos
agrandados, los oídos que explotan y ahora el adormecimiento, las mejillas que
hormiguean, como cacheteadas un millón de veces, en reprimenda por el
aprendizaje tardío de lo que no se debe hacer
( p i c a n t e )
Se acercó a mi suave, expectante. Sus
manos rozan mi contorno. Cada caricia es energía vibrante, que transforma la
sangre quieta en ebullición. Las fosas nasales se dilatan y contraen. Un calor
que se precipita a zonas impensadas. Una sudoración dulce. Los labios
temblorosos. El rictus que se tensa hasta que el cuerpo explota, y luego el
adormecimiento, el reposo obligado. Un hormigueo lento, el despertar de los
sentidos.
( p i c a n t e en relato )
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