martes, 9 de julio de 2013

El Rosario al cuello

Mamá me lo regaló, cincuenta y nueve cuentas divididas; cinco una, cinco una, hasta cincuenta y cuatro, después, cinco más en fila y en la punta una cruz con el muerto. Yo, me lo puse, con toda la catequesis en la cabeza. A veces se pone fluorescente, en la buenas acciones; ayudar a cruzar al ciego o darle una bolsa de comida a un cartonero. El resto del tiempo pesa y se opaca. 

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