jueves, 27 de junio de 2013

Zoom

En un auto vamos los dos, envueltos en el silencio profundo de la madrugada. Las palabras se fueron espaciando hasta dejar baches tan grandes que ya no pudimos seguir el hilo de la conversación. Pero estaba el mate como amuleto, como puente hacia lo cotidiano. Es curioso como aún queriendo escapar de la rutina, no hacemos más que sucumbir en cada pequeño ritual, buscando desesperadamente algo que permanezca inalterable dentro nuestro.  
La ruta tiene un sonido similar a palabras susurradas, como secretos que los viajeros le cuentan al camino. Pienso que yo también tengo secretos, pero ahora no se me ocurre ninguno. Se me aparecen como pequeños pájaros saliendo de una jaula donde estuvieron encerrados durante mucho tiempo. Los imagino negros. Cebo un mate despacio, cuidando de no volcar y lo tomo de un sorbo. Me pregunto de qué color serán los secretos de Miguel. Lo miro fijo, tratando de adivinar la respuesta. Él me sonríe y me acaricia la mano. Decido que seguramente sean negros como los míos. Vuelvo a cebar, le alcanzo el mate, toma de a sorbos cortos, haciéndolo durar y me lo devuelve.

lunes, 24 de junio de 2013

Durazno Limón.


El mundo se movía más de lo normal, con cada respiro la frescura de la madrugada me apuñalaba un poco más el cerebro.
Sentía, un poco, el cuerpo pero sé que caminaba o corría no se. Algo mojo mis labios, amargo aguachento pero duró poco. Estaba cansado enojado, en un arranque de ira sin sentido, estrelle lo que tenia en la mano contra algo SPLASH mil pedazos de vidrios volaron y la sangre empezó a brotar. Oí unas risas o un llanto, todo se movía rápido sin sentido frenético, frió, duro. Duró una eternidad.
Cuando encontré, en algún lugar, mi conciencia ya no sabía donde estaba ni cuanto tiempo había pasado solo estaba mirando un techo blanco inmaculado, la nada. Me sentía adolorido, confundido solo triste enojado.
Decidí irme no me gustaba ese el lugar, sobre todo el olor, un fuerte olor a lavandia con trapo sucio podrido que tapaba un aroma tenues y lejano la... muerte.
Me senté en la camilla miré mis manos, un punzante dolor me hizo mirar la muñeca tenía suero, lo arranque baje de la cama y camine hacia la puerta, nadie se movió en la sala de espera había hombres y mujeres con caras de cansancio algunos durmiendo otros mirado la nada misma, todos haciendo lo mismo esperando.

Salí por la puerta principal, la luz me encegueció, derrepente tuve sed pero esa sed que es incontenible insaciable desesperante y ya no pude mirar ni escuchar solo camine hacia el primer quiosco que se encontrará en mi camino.

04/06/13

domingo, 23 de junio de 2013

¿Dios, estas ahí? Soy Marta




Le pedí a la virgencita por el malvón blanco. Yo trato de que la enredadera deje de crecer, pero no hay caso. Le dije: señor Dios, páreme la enredadera, haga que no crezca más, mire, esta como loca y mi pobre malvón albino perdido entre tanto verde. ¿Ve? es como la Magdalena, una  prostituta. Y nada, sigue y sigue. Por eso ahora le pido a la virgencita, a la María,  por lo blanco, pienso yo, ella con ese velo, si hubiese conocido a mi malvón albino, seguro tendría el manto hecho de sus pétalos, la tengo en la cocina y le prendo una vela, para decirle: cuide a mi malvón, virgencita. Pero no hay caso, nadie me escucha, ni Dios ni la virgencita, tuve que hacer justicia por mano  propia, y que Dios me perdone.  Con azúcar le hice un círculo alrededor del tronco, a esa viciosa de la vegetación, y le tire una pava de agua hirviendo, para que vea esa guacha. Se lleno de hormigas, intrusas que no hacen más que subirse a malvoncito, así que agarre el veneno y rocié todo el jardín. Se murieron las hormigas y el cedrón.  ¡Ay! Diosito, virgencita ¿qué voy a hacer?  se me ocurrió agarrar la biblia para leer sobre la Magdalena, y dice que la perdonó, pero esa dejó, y está muy desgraciada no, sigue verde y grande. Así que no tuve opción, lo tuve que aislar, alejarlo de la otra,  desenterré al malvoncito, le hice una oración de disculpas por el sufrimiento, y lo plante en una maceta.
Ahora le rezo al padre Mario, porque dicen que cura animales, y mi malvón albino es como un gato siamés hermoso, pero no sé, esta tan triste, se le cayeron todos los pétalos, pelado esta. ¿Será que Dios me dio esta cruz?

miércoles, 19 de junio de 2013

Nadie pinta un árbol en invierno cuando quiere pintar un árbol

Lo vemos a la luz del farol. Sus ramas secas pero no muertas, como dedos que señalan al cielo pidiéndole el sol. De día se vuelve invisible. Nadie se sienta a sus pies, no da sombra ni repara de la lluvia. Sin embrago resiste estoico los embates del viento, como un héroe anónimo cuyo gran poder es el don de la paciencia. Sabe que llegará el día en que su copa se pueble de hojas verdes y canto de pájaros nuevamente.
Majestuoso, es el dueño del tiempo.

Vicky

domingo, 16 de junio de 2013

Exposición



Raúl camina por Corrientes hacia su casa. Cuando choca con un brazo estirado.  Sólo llega a distinguir una mano  y en un movimiento instintivo ataja el papel. Enojado por el exabrupto, lo arruga, con la intención de tirarlo en el primer tacho que encuentre. Entonces lo sorprende un ruido exagerado, que le recuerda a huesos abre la mano y muy a su pesar lee el volante,  “Nueva Galería de Arte, comprar arte embellece tu vida”.
La dirección es la misma que la de su casa,  distinto piso. Extrañado, piensa  que no está nada  mal un toque de elegancia para el edificio. Raúl se considera buen mozo, gracias a la genética, de su hermosa madre y el porte imponente de su padre, piensa que tuvo  suerte en sacar lo mejor de ambos.
Llega al frente del edificio, observa si hay algún cartel en la fachada, pero no hay  nada. La curiosidad aumenta y Raúl sube directamente al primer piso, por  escalera.  Es una manera de mantenerme en forma, piensa, nunca un ascensor. En la puerta ninguna indicación y toca el timbre,  se abre y una señora  le dice “bienvenido” y le hace el ademan de que pase. Raúl pasa y recorre el lugar, no entiende nada de arte y en su vida fue a muy pocas exposiciones pero cree que es de gente culta.
 En el primer ambiente hay fotos de hombres en la misma posición con distintos decorados, parecen todas sacadas en interiores. Pasa un cortinado donde ve que hay pinturas de las fotos, cosa que le parece ridícula e inentendible. Duda antes de seguir pero, cuando da media vuelta con intención de irse,  la señora  esta atrás de él y le sonríe. Le parece de mal gusto irse sin haber visitado el último ambiente. Así que vuelve sobre sus pisadas y decide terminar la muestra. Ahora observa la tercer sala donde hay esculturas de los hombres fotografiados y pintados, sonríe,  pensando que es lógico.
Son esculturas de tamaño natural de un material que no podría definir hay una, que en particular, le llama la atención y se acerca. Frente a la escultura, mirándola, se siente atraído y sin saber el por qué, es un volumen poco definido de su misma altura. La visión es tan intensa que siente marearse y un frio extraño le recorre el cuerpo,  pierde el eje. Estira los  brazos que entran en contacto con la escultura.  Trata de incorporarse y se da cuenta de que las manos penetraron en el material. Hace fuerza y  siente como  partículas del elemento lo succionan. Trata de gritar  y no puede, no se lo permite la presión de la materia incorporada a su pecho, solo la cabeza le queda libre. Lo último que escucha es la voz de la señora diciendo: bienvenido y el sonido de la puerta al cerrarse.