lunes, 27 de mayo de 2013

La seguridad de las palabras


No buscaba libertad, la buscaba a ella más segura. Porque así no servía, ese encanto de lo fugaz, como la risa –una chispa en noche de luna–, era pasajero, descartable. Encantador, pero descartable.
No quería esperar ese mensaje que le marcaba cuál era el tiempo para verse. Tampoco la frialdad del beso en la mejilla en reuniones con amigos, los ocasionales roces de los dedos y miradas eléctricas pero distantes. Esa rutina lo estaba volviendo loco. No le era posible vivir bajo sus normas, sus reglas siempre ocultas, solapadas: entrelíneas de un texto mayor. No, no quería eso. Algo más, que ahora estaba ausente, una constancia, una tranquilidad, una frase dicha en el momento justo. Eso era lo que necesitaba: la seguridad de que las palabras iban a aparecer, hacerse presentes en esta cena para uno.

Por Gabi

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