lunes, 27 de mayo de 2013

Viaje a un lugar desconocido

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LEJANO ESTE

Una lluvia ligera, una harina dulce, caía suave sobre los puestos de un atardecer violeta. El bullicio ensordecedor eran truenos sincopados que rebotaban en los toldos, en la gente, en los autos que pasaban en desfile interminable, corso alegre de gestos fugaces. Nadia caminó entre multitudes aletargadas por el sol oscuro, y pensó que era un buen momento para pedir referencias para llegar a donde la esperaban. Se acercó a un puestero amable, de huesos prominentes y lengua suelta. ¿Usted quiere saber dónde tomar la gambúa del este?, dijo el vendedor. Tiene que doblar a la derecha hasta que encuentre el mercado de Daktir, después doble a la izquierda y siga hasta que se encuentre con la oficina de correos. Ahí, doble dos veces a la derecha, hasta que vea el restaurant de Marcio, en la calle de los edificios de piedra verdolaga. No se puede perder. Mientras vea las luces en la calle Ajtar llega seguro. Nadia se preguntó y le preguntó si una chica como ella podía caminar tranquila, ahora que ya caía una noche aterciopelada, pegajosa. No señorita, no se preocupe, le respondió el vendedor. Aquí es siempre tranquilo, la gente va y viene, va a ver que hay gente de todo el mundo. Si, del Busaravia también eh! ¿No quiere un tuninsin para llevarse? Son los mejores del mundo, no se los puede perder, de otro planeta. Lleva dos, bien, bien. Con qué quiere? Nadia ya no estaba segura de qué quería. El olor a ocre no la dejaba pensar. Y él le dijo que probara con el betsium, que es lo mejor. Después siguió con son cuarenta y cinco drakes y con un gracias, dios la bendiga. Cuando Nadia pensó que ya estaba para salir, el vendedor prosiguió y le aseguró que tenía que seguir derecho, que no se puede perder. Cuando llegue a los edificios verdolaga tiene que seguir dos cuadras por la calle de tierra cerúlea, ahí dobla a la derecha, donde Choiu, el de los pardirum. Y toma cuesta arriba tres o cuatro cuadras, ahora no recuerdo bien. Se va a dar cuenta porque hay un local de flores de dombeya. El señor le indicó a una mujer. ¿Ve esa de rojo? Va para donde usted. Sonrió complacido cuando Nadia le agradeció, mordiendo el segundo tuninsin. Ah, si, muy bueno, no? Rico, rico. Vuelva pronto, y no le compre a la competencia, eh, sólo a mi, Urni. Pregunte por Urni. No se puede perder, es muy sencillo. Porque como dicen, todos los caminos conducen a Bertaj. El boleto lo compra ahí mismo. No se preocupe, acá todo el mundo es amable. Disfrute el paseo señorita. Vuelva pronto, Urni es mi nombre. Dios la bendiga, Dios la bendiga.

Por Gabi

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